Conocí a mi novio a través de Facebook cuando tenía 23 años. Después de dos años de relación “virtual”, me ofreció ayuda para encontrar trabajo en su país y yo acepté, porque confiaba completamente en él.
Me encontró un trabajo y hasta me envió un contrato por Internet que me aseguraba un salario suficiente para vivir y ahorrar. Al llegar a su país, me quitaron el pasaporte y me obligaron a ejercer la prostitución (me explotaron sexualmente) para pagar una deuda de 10.000 dólares, bajo amenaza de muerte a mis hermanos o mis padres.
Hasta 30 hombres diarios me obligaron a atender. Solo quería morir…
Me llevaron a otro país, al otro lado del mundo, para seguir ejerciendo la prostitución y me salvó, paradójicamente, la paliza de un cliente. Quedé tan mal a causa de los golpes que acabé en el hospital, donde pude contactar con la policía y denunciar mi caso. Gracias a eso, pude recuperar mi libertad y volver a mi país.